El día sábado 12 de abril, era un día como todos, las familias se encontraban compartiendo... nadie imaginaba el horror que se empezaba a vivir.
De pronto se escuchan las sirenas de las bombas donde iban los bomberos a apagar algún incendio se veía en el horizonte un poco de humo, las noticias hablan que es en el sector de La Pólvora, unos pastizales se estaban quemando. Pero en cosa de un par de horas la tragedia comienza a desatarse el viento, que en ese momento comenzó a ser muy fuerte, cambió su rumbo y fue hacia los lugares habitados de los cerros de Valparaíso.
Esa noche fue muy larga, se escuchaban las sirenas, las explosiones producto del gas licuado que habían en las casas, por autos que fueron consumidos; sólo esperábamos con ansias ver la luz del día para ver la magnitud del incendio, que ya estaba acabando con 270 hectáreas de superficie.
Como Hijas de la Caridad fuimos a ver a nuestros hermanos cuando recién amanecía, no podíamos quedarnos en casa, sabiendo que muchos estaban sufriendo, fue un Domingo de Ramos muy especial, después de participar de la misa, donde después de la bendición final nos acercamos al Padre y le dijimos que íbamos a subir, nos dijo con unos ojos de mucha tristeza: “qué bueno Hermanas, suban, llévenles una medallita o algo, porque están muy mal…”
Al comenzar a subir vimos como muchas personas de diferentes formas se trasladan a los cerros, caminando, en auto, en micros, en caballos, burros, todo transporte servía. A medio camino vimos unos jóvenes que llevaban cajas con ayuda para una familia, los subimos al auto y llegamos a la cima donde se encontraba palpablemente lo que había sucedido esa noche.
Era devastador, era realmente una tragedia, estaba todo, todo, absolutamente todo destruido, aun salía el humo por entre medio de todo lo quemado, era como si una bomba hubiese explotado en medio de los cerros.
Era todo lo que muchos tenían, lo que con amor y sudor habían podido forjar por años, todo destruido.
De repente un carabinero escuchamos decir “Busco a alguien que me pueda ayudar a sacar a una persona que murió, está entre los escombros…”
Una ex profesora de la Escuela decía: “estábamos almorzando y llegan a decirnos que sólo teníamos 15 segundos para salir de la casa, no nos habíamos dado cuenta lo cercano que estaba el fuego…
Ese día recorrimos cada cerro, todos estaban iguales.
Pero qué hacer?, qué decir?, no sólo queríamos ser espectadoras de una tragedia, día lunes llegan todos las personas que trabajan en el colegio (Profesores, colaboradores, administrativos, etc.), les contamos lo visto, llevémosle agua, algo para comer.
Otros iban a ayudar al Hospital Van Buren a seleccionar ropa, a recibir la ayuda que llegaba. Y se comenzó una cadena de la caridad en que todos fuimos colocando un granito de arena para que se haga realidad.
La casa que se encuentra en el Hospital Van Buren que se convirtió en un albergue para los funcionarios de los diferentes centros de salud que habían perdido sus cosas en el incendio, alrededor de 40 familias llegaron a este lugar.
Las Asistentes Sociales son las que organizan el trabajo allí, después de unos días nos cuenta una de ellas que: “Nos sentimos como invadiendo este lugar santo” (donde vivía la comunidad de Hermanas).
La casa iba a ser preparada para un museo y biblioteca, pero la alegría de nosotras ver como Dios se hace presente en cada acontecimiento, el primer uso que se le dio a nuestra casa, fue para los pobres, aquellos que no tenían un lugar donde pasar los días y las noches, niños, ancianos, en especial, porque los más jóvenes subían cada día a ver lo que quedaba en los terrenos donde algún día hubo un hogar, para retirar los escombros.
Pasado unos días nos contaban que a una familia habían albergado en donde se encuentra el oratorio, la asistente social, con mucha tristeza ve esta realidad y les busca un lugar donde poder hospedar, porque era el lugar donde tantas hermanas habían rezado, y colocado miles de intenciones de los enfermos atendidos en el hospital.
Al subir a los cerros se encontraban los militares, marinos y carabineros ayudando a controlar la subida a los cerros, muchos sólo iban a sacar fotos, hacer noticia, pero otras personas tal como nosotras subíamos a brindar una ayuda espiritual y con los alimentos preparados.
Veíamos como tantos vehículos eran desviados del camino y nosotras invocando la jaculatoria de la Virgen “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti”, para que ella interceda y podamos llegar a los lugares necesarios. Llegábamos al lugar donde estaban los uniformados y al vernos que éramos Hermanas nos dejaban pasar, sin dar explicación, ellos sabían que íbamos a entregar algo más.
A una semana de la tragedia tuvimos la visita del Consejo, quienes nos acompañaron a visitar el cerro de Rocuant, donde palparon la tragedia. Agradecemos la preocupación de la Provincia de lo ocurrido en nuestra región.
Hoy a fines de abril seguimos llevando comida preparada a los cerros, en especial, para los voluntarios que no se dejaron esperar, los jóvenes se trasladaron con lo que tenían una pala, un chuzo, las ganas de servir, etc. para ir en ayuda. Es la procesión de la caridad, del amor…
Muchas veces las porciones de comida preparada se hacen muy pocas, pero se ve la multiplicación de ella, porque nadie se aprovecha pidiendo más de lo que realmente necesitan. A veces una porción para dos, o una señora que le lleva comida para los voluntarios quienes están trabajando en su casa y no importa ella, porque ellos están trabajando y lo necesitan. Bendito sea Dios.
Aún queda mucho por hacer, dicen que este invierno será uno de los más fríos y ya lo estamos sintiendo en nuestra región, está llegando la ayuda de casas prefabricadas (mediaguas), otros aun viviendo en carpas.
Dios es el motor que nos lleva cada día a dar un poco de lo que somos y tenemos, y agradecemos a tantas personas que nos han ayudado a poder servir a nuestros hermanos que en estos momentos lo necesitan con mucha más urgencia.
Las Asevinas también se han hecho partícipes de esta cadena de amor preparando todos los días alrededor de 200 raciones para llevarlos a los cerros de Valparaíso que poco a poco se va levantando…
Comunidad Hijas de la Caridad
Escuela Santa Ana y Hospital Carlos Ban Buren
Valparaíso, Chile. Abril 2014
Casa Provincial en Asunción
Calle San Miguel 1042 – Barrio Jara; Asunción – PARAGUAY
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