Roma, 29 de marzo de 2019
A todos los Visitadores, Superiores Regionales, y Superiores de las Misiones Internacionales de la Congregación de la Misión
Queridos cohermanos,
¡Que la gracia y la paz de Jesús estén siempre con nosotros!
Les escribo esta carta en vísperas de nuestro prometedor encuentro de todos los Visitadores de la “Pequeña Compañía”, como San Vicente gustaba tanto llamar a la Congregación, del 22 de junio al 8 de julio de 2019, en Manila, Filipinas.
Entre otros temas, tendremos la oportunidad de reflexionar, compartir, y llegar a pasos concretos con relación a nuestra querida Congregación sobre dos temas que están entrelazados:
En el Primer Encuentro de Promotores vocacionales de la Congregación de la Misión realizado el pasado mes de noviembre 2018 en el CIF, en París, la respuesta entusiasta de los participantes puso en primera línea una necesidad clara de profundizar más la pastoral vocacional en la Congregación, haciéndola una de nuestras prioridades en todos los lugares donde estamos presentes en el mundo. La reunión en París nos ayudó a resaltar que estamos en esta misión juntos. No hacemos distinción entre países, provincias, regiones, o misiones internacionales donde la respuesta actual de los jóvenes para entrar en la vida consagrada es grande y aquellos donde la respuesta es débil o incluso casi inexistente. El compromiso con la pastoral vocacional tiene que ser el mismo en toda la Congregación.
Durante mi visita a ese encuentro de los cohermanos que coordinan la pastoral vocacional, compartí mí convicción de que no hay diferencia entre las zonas donde tenemos jóvenes que buscan entrar en la Congregación como Hermanos o Sacerdotes y esas zonas donde actualmente hay muy pocos o ninguno. Estamos convencidos de que hay vocaciones en cada rincón del mundo, porque sabemos que Jesús está siempre llamando a la vida consagrada y está llamando en todos los países. No es cuestión de falta de llamada o vocaciones, sino más bien de respuesta positiva o no de la persona que está siendo llamada. Creo que esta manera de reflexionar sobre las vocaciones a la vida consagrada puede darnos a todos nosotros mucha esperanza en el futuro de nuestra Pequeña Compañía, incluyendo las provincias, regiones, o misiones internacionales, donde, actualmente, la respuesta de los jóvenes es limitada, o quizás, incluso, no existe.
En vista de la renovada confianza en la Providencia, con miras a nuestro futuro encuentro de Visitadores en Manila, quisiera pedir a todos los Visitadores, Superiores Regionales, y Superiores de las Misiones Internacionales que envíen a la Curia General (segreteria@cmcuria.org) para el 31 de mayo de 2019:
A) El nombre, correo electrónico, y número de teléfono del cohermano que está coordinando el equipo de pastoral vocacional en su provincia, región, o misión internacional;
B) El programa que cada provincia, región, y misión internacional ha establecido conjuntamente para la pastoral Vocacional.
Esto nos lleva al segundo punto que he mencionado al comienzo de esta carta, que está relacionado con el primero : la formación de los formadores de la Congregación. Por la misericordia de Jesús hacia nuestra Pequeña Compañía, estamos presenciando un buen número de respuestas positivas de jóvenes que quieren unirse a nosotros como Hermanos o Sacerdotes.
Mirando al número de posibles candidatos en toda la Congregación, podemos recibir 200 o más candidatos cada año, pero eso requiere que se reúnan todos los requisitos: apoyo económico, disponibilidad de edificios, y, por supuesto, suficientes cohermanos para acompañar a los jóvenes en las etapas iniciales de formación; necesitamos nuevos cohermanos para este ministerio en vista del creciente número de candidatos. Para cada candidato que quiera entrar en la Congregación, es esencial un buen discernimiento, seguido de un continuo acompañamiento a lo largo de todas las etapas de la formación inicial, así como para nuestros miembros jóvenes durante los primeros años después de los votos y la ordenación y la formación continua de todos nosotros a lo largo de nuestras vidas.
Aquí me gustaría tratar el segundo punto de esta carta: la formación de nuestros formadores. Como todos sabemos muy bien, es vital para todos nosotros recibir una formación fuerte y sólida, comenzando con las etapas iniciales de la vida consagrada y a lo largo de toda nuestra vida. Quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi profunda gratitud a todos los formadores del pasado y actuales. Esto incluye a todos los que han retornado al Padre y que, desde los días de la fundación de la Congregación hasta ahora, nos han ayudado y continúan ayudándonos a configurar nuestras vidas en la espiritualidad y el carisma vicenciano, según la visión de Jesús para cada uno de nosotros.
Dentro de la Congregación, tenemos cursos para la formación de formadores, de carácter provincial, interprovincial e internacional. Existen, por supuesto, otros muchos para la formación de formadores fuera de nuestra Congregación. Otras congregaciones, diócesis, y conferencias episcopales los ofrecen en diferentes países o continentes donde nosotros servimos. Nosotros debemos ayudarnos y animarnos los unos a los otros a fin que los cohermanos de cada provincia, región, o misión internacional tengan la posibilidad de prepararse para acompañar a nuestros jóvenes en las etapas iniciales de formación, y, después de los votos y la ordenación, en nuestra formación permanente.
Pienso también en las provincias, regiones, o misiones internacionales, que, actualmente, tienen pocas respuestas positivas o quizás ninguna de jóvenes que deseen entrar en la Congregación. No obstante, creo que es muy importante tener cohermanos, incluso en esos lugares de la Congregación, preparados de antemano, siempre dispuestos cuando el joven llegue y llame a nuestra puerta. También sabemos que en muchos casos, un cohermano asume tres, cuatro, o incluso más responsabilidades al mismo tiempo, de tal manera que la formación de los nuestros no puede atenderse como una prioridad.
Quisiera animar y recomendar que, juntos, hagamos que en la Congregación, la pastoral vocacional y la formación de formadores sean dos de nuestras prioridades en todos los países y lugares donde servimos. Esto puede significar que los cohermanos, que están sirviendo como formadores, tengan que dejar ciertos ministerios en manos de otros, a fin de tener tiempo suficiente para dedicarse a su tarea de promoción y a la formación. Quizás incluso necesitemos dejar algunos ministerios o servicios, si eso es inevitable para dar a nuestros cohermanos la oportunidad de profundizar su capacitación como formadores a través de cursos, conferencias, y encuentros, así como para enviar a nuevos cohermanos a prepararse para asumir este ministerio tan crucial para nosotros, que somos ya miembros de la Congregación, y para futuros miembros.
En algunos casos, el reto económico es la razón por la que algunas provincias, regiones, o misiones internacionales no pueden enviar cohermanos a diferentes cursos de formación. Estoy seguro de que, juntos, podemos encontrar la solución a esos casos, ayudando a obtener los fondos necesarios para cohermanos que necesiten ayuda financiera.
Como preparación para el encuentro de Visitadores en Manila en junio próximo, me permito pedirles, queridos Visitadores, que reflexionen sobre este tema junto con sus Consejos, para compartir pensamientos, ideas, sugerencias, y planes. Por lo tanto, estén preparados para comunicar estas cosas durante el encuentro de Visitadores para ver qué más podemos hacer. ¿Cómo podemos ayudarnos unos a otros, en este ámbito tan importante, para que cada provincia, región, y misión internacional tenga suficientes cohermanos dedicados a la formación de los nuestros, y cada uno de ellos tenga la oportunidad de estar preparado para tal ministerio?
Cuando hablo de la formación de los formadores, especialmente para las etapas iniciales de la formación de los nuestros, no estoy hablando en este momento de cohermanos a los que se pide de continuar sus estudios en áreas como teología, filosofía, Sagrada Escritura, etc. Los cursos o estudios para la formación de formadores tienen un objetivo específico, diferente de esos estudios de especialización.
Desde la Curia General, nos gustaría hacer todo lo posible para animar, ayudar, y acompañar la formación de formadores. La Asamblea de 2016 nos dejó la responsabilidad de trabajar en la búsqueda de este objetivo.
¡Que Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, San Vicente de Paúl, nuestros Santos, Beatos y Siervos de Dios intercedan por nosotros!
¡Muchísimas gracias por todo su servicio generoso e inspirador a la Congregación, la Familia Vicenciana, la Iglesia, y los Pobres!
Su hermano en San Vicente,
Tomaž Mavri?, C.M
Superior General
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