Damos gracias a Dios por el don de la compañía, para la Iglesia y para el mundo de los pobres.
Ustedes son la compañía, cada una, con su particularidad y su don, la hacen tan rica y variada.
A veces, sorda, desmemoriada, desgastada, cansada, enferma, limitada por los años, pero, también, he visto tu coraje, tu entrega, tu alegría, tu valentía, tu osadía para ir con los más abandonados. Por ello quiero dar gracias, con cada una de ustedes.
Han escrito una historia tan grande y en su día quiero decirles “sigan CAMINANDO”, no se resignen a sobrevivir, no dejen que sus vidas se conviertan en un museo de recuerdos y anécdotas sin sentido, porque el Señor va escribiendo su historia de Salvación con ustedes.
Sé que a veces pierden la memoria, pero jamás olviden que su SER es para la CARIDAD de Cristo que les URGE, para dar vida, consuelo y esperanza, y crear nuevo sentido a los caídos del camino.
Es verdad, que a veces, nos duele la fragilidad de nuestras relaciones fraternas, de nuestra vida espiritual, nuestras incongruencias, pero, también quiero recordarles que son portadoras de un Tesoro (Jesús en ustedes) que las hace grande y valiosas, y que hace mucho bien cuando se lo comparte, con la sencillez y la humildad que las caracteriza. Esto es lo que han hecho en estos 385 años de vida, “dar a Jesús”, “llevar al Salvador”, al único que puede salvar y transformar a la humanidad. No se cansen de darlo a Él.
Abre Madre nuestra, el corazón al agradecimiento, nuestras manos al servicio de tu hijo en los pobres, nuestras mentes y nuestras casas para seguir viviendo nuestro ser de siervas, creando una inmensa red de amor con nuestros empleados, colaboradores y con nuestros amos y señores que nos has confiado.
Perdón por mis pobrezas para realizar esta misión con ustedes, con afecto sincero les saludo y las recordaré a cada una en la Eucaristía de este día. Atte.
P. Guillermo Daniel Rosales, CM
Padre Director Provincial