En la tarde del domingo, 14 de agosto de 2016, el afamado velocista jamaicano Usain Bolt ganó el oro en una dinámica carrera de 100 metros que ganó —aparentemente sin demasiado esfuerzo— en su terceros Juegos Olímpicos consecutivos, esta vez en Río de Janeiro, convirtiéndose en el primer atleta en ganar tres medallas de oro olímpicas consecutivas en la carrera de 100 metros. No hay duda del porqué a Bolt se le considera el hombre más rápido del mundo.
Quizás no esté tan en el punto de mira la profunda fe católica de Bolt. En agosto de 2012, en los días siguientes a su participación en los Juegos Olímpicos de Londres, la Catholic News Agency informó que el Vaticano había invitado a Usain Bolt a participar en una conferencia sobre la libertad religiosa. El artículo señalaba que, “como católico, Bolt se persigna antes de correr en competición”.
Además de sus otros signos que manifiestan la fe que profesa, más allá de las medallas de oro que ha ganado con tanto esfuerzo, Bolt lleva a su cuello una medalla aún más poderosa: la Medalla Milagrosa, que la Virgen mandó acuñar a la Hija de la Caridad francesa santa Catalina Labouré (1806-1876). La Medalla Milagrosa cuenta con una inscripción invocando la intercesión de la Madre del Señor con estas palabras en francés: “Oh, Marie, conçue sans péché, priez verter nous qui avons recours à vous” (“Oh, María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”).
Que esta sea nuestra oración, mientras pedimos a la Virgen que le lleve a él y a todos nosotros más cerca de su Hijo. Puedes obtener más información visitando el sitio web de la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en París.
Usain Bolt está a punto de cumplir los treinta años de edad (el 21 de agosto de 2016) y, con mucha vida por delante de él, con toda seguridad nos seguirá haciendo disfrutar con sus capacidades atléticas. Pero también oremos por él para que continúe llevando a otros a Jesucristo a través de su vida de fe, llevando en su mente y corazón las palabras del apóstol san Pablo, en su segunda carta a Timoteo: “He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su Manifestación.” (2 Timoteo 4: 7- 8).
Fuente: Famvin
http://famvin.org/es/2016/08/15/la-medalla-milagrosa-corre-la-carrera-los-100-metros-usain-bolt-los-juegos-olimpicos/
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