“Divina Providencia del Sagrado Corazón de Jesús, protégenos!”A principios de noviembre de 1919, Sor Borgarino fue enviada en misión a Lugano, casa de San José de Grugliasco, en los suburbios de Turín. Allí se encargó de la cocina y de otros oficios humildes, cuidando de las hermanas delicadas de salud. La confianza de Jesús continuó con ella. Una mañana, mientras iba a la capilla, hizo tres pequeños actos de caridad a algunas hermanas mayores… “Mientras estaba dando gracias en la Comunión, vi delante de mí tres rosas preciosas y oí la voz de Jesús que me decía: Éstos son los tres actos de caridad que has hecho esta mañana; ¡Me han agradado mucho!”.
En julio de 1931, Sor Borgarino dejó Grugliasco y, según sus propias palabras, “la capilla en la que había recibido tantas gracias y donde se encontró con la dulce Presencia de Jesús“, para ir a Lucerna, San Giovanni, dónde Jesús se le manifestó de nuevo para confiarle otra misión. Sor Borgarino escribió a Mons. Poretti: “Estando un día en la Capilla Jesús me dijo: Mi Corazón Divino está lleno de Amor, como un arroyo desbordante. Si es posible, propague en todo el mundo esta invocación: Jesús tenía una tarjeta en la mano con esta preciosa invocación:
¡Divina Providencia del Corazón de Jesús, protégenos!”
Jesús me pidió que la copiara, que la hiciera bendecir y que subrayara la palabra Divina para que todos entendieran que verdaderamente procedía de su Corazón.
Sor Borgarino escribió esta oración jaculatoria en estampas y en hojas y la distribuyó. Se la enseñó a las hermanas y a las personas con que se relacionaba. La oración se propagó sin dificultad: de hecho, esta oración, durante los terribles años de la Segunda Guerra Mundial, cuando las necesidades morales, espirituales y materiales fueron tan enormes, fue la oración de las personas con graves problemas que acudían a Sor Borgarino para pedirle consejo y ella las atendía y después hablaba de ello a Jesús, respondiendo a todos con una encantadora sencillez.
El 1 de enero de 1949, aproximadamente a las 11 de la noche, Sor Borgarino falleció y sus ojos se abrieron a la contemplación de Jesús sin ningún velo. Ahora, en el Cielo, como ella prometió, pudo empezar: “a hacer conocer al mundo entero la misericordia infinita del Corazón de Jesús y a suplicar a Su Divina Providencia por todas las personas que lo necesitan”.
El 3 de febrero de 2002, Mons. Debernardi introdujo el proceso diocesano de beatificación, invitando a todos a dar gracias al Señor y a pedirle que manifestara la santidad de la querida Sor Borgarino a fin de que su amor misericordioso sea más conocido y amado.